Anoche vi el especial de Cuatro, '21 días en la industria del porno', con esa periodista que se pasa veintiún días haciendo toda clase de cosas, más o menos disparatadas: dejar de comer, robar, bajar a la mina, fumar porros como las locas...
Yo, que no soy muy consumidora de porno -aunque lo he visto alguna vez- tengo que decir que no creo que el reportaje de Samantha aportara mucho: tener que dedicar 21 días a contar los mismos tópicos que vemos y escuchamos en todos los reportajes que hemos visto sobre el porno no tiene mucho mérito: que si es un trabajo duro (con perdón), que si cada vez se gana menos...
Para mí, lo mejor del reportaje fue el principio, con Dunia Montenegro, que es una señora que transmite alegría en el porno y que habla estupendamente, disfruta con lo que hace y tiene sentido del humor. Lo mejor fue eso y ver los castings de amateurs en las productoras de Torbe y con Max Corté, con todos esos chicos incapaces de conseguir una erección, y dejando muy claro que el porno no es tan fácil como parece.
Para mí, Samantha Villar tiene una enorme virtud, y es convertir en algo aburrido cualquier cosa que se haga durante 21 días. ¿Que te gusta fumar porros? Pues va ella y te demuestra lo latazo que puede llegar a ser. ¿Que te gusta el porno? Pues ya se encarga Samantha de dejar muy claro que es un negocio un poco rollo, que tiene un punto caserete pelín cutre, que hay que levantarse a las cuatro de la mañana para tener sexo anal al aire libre con un frío que pela (con perdón) y que todo ese morbo de las pelis porno, en realidad no es tal: que las actrices sufren a veces durante el rodaje, que los actores no son todos máquinas sexuales como Nacho Vidal y que hay chicas delante de una webcam en su casa que a veces comen chicle o hablan por teléfono mientras se lo hacen delante de un cliente.
Samantha hace el porno aburrido, y lo empeora aun más cuando habla directamente a cámara y dice obviedades que me dejaban un poco muerta. Y, al final de los 21 días, rueda una escena porno -como directora, claro- en una cocina ¡con un butanero! Pero, ¿es que esta chica no aprendió nada en 21 días? ¿Un butanero? ¡Qué poca imaginación!
¿Que aprendió entonces Samantha durante sus 21 días en el porno? Una cosa muy importante, que deja muy clara al final del reportaje: a ver a los actores como trozos de carne, que funcionan o no, que dan la talla o no. Eso sí me pareció interesante, cómo su mirada cambia y de qué forma pasa de empatizar con los humanos que hacen porno a considerarlos simples objetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario