sábado, 24 de octubre de 2009

The gift

El Principe Valiente está en Camelot, junto al Rey Arturo. Recibe la visita de Rolf, el fiel escudero de su padre, que ha venido a entregarle un regalo en su nombre. Sin embargo, Valiente sigue enfadado con su padre y se niega en redondo a leer la carta que traía Rolf para él.

Arturo le aconseja a Valiente...

Arturo: El orgullo ostinado corta como una espada el corazón de aquellos que lo albergany los empequeñece y atormenta.El corazon de un hombre noble tiene sitio para albergar en su interior ademasdel coraje y el honor, el don del perdón.

Aún así, Valiente sigue en su empeño. Más tarde, en una pelea con unos asaltantes, Rolf muere por defender a Valiente... en ese momento se arrepiente...pero ya es demasiado tarde...

Arturo: Se aproxima una tormenta, una buena tormenta. Lo siento, Rolf murió como un caballero al servicio de su rey.

Valiente: Era mi mejor amigo, no tuve tiempo de estar con el...y ahora no está.

Arturo: Era el fiel escudero de tu padre y fue enviado a recorrer una larga distancia para entregarte un mensaje, aun queda algo para que se complete su misión.

Valiente lee la carta de su padre que le había llevado Rolf.

"Mi querido Valiente, algún día sabrás lo que es tener un hijo; un hijo por elque darías gustosamente la vida.Cuando llegue ese día, sabrás lo mucho que te he querido y cuanto lamento haberte hechodaño. Eres mi corazón y mi vida, Valiente...eres mi misma alma.
Por eso he enviado a Rolf para entregarte este regalo. El mejor semental de la manada de caballos salvajes que pasta en el pantano. Lo he domado y entrenado yo mismo para ti,.....es muy parecido a ti....nació para ser lider, obstinado, lleno de pasión y energía.
Desde este día cada vez que cabalgues para librar batalla, yo estaré contigo.
Cuidate, hijo mío. Tu padre que te quiere."

Valiente: Te llamaré Excalibur, como la espada del rey, y juntos honraremos el espíritu de Rolf y el honor de mi padre.

The Legend of Prince Valiant. The gift.

El Otoño

Odio el otoño, es una mala estación, un anuncio de la decadencia del hombre, un tiempo de plenitud pasada y de la pasión oculta en los recuerdos; es como una mano de acero que robara el color y apagara los gloriosos colores del verano, dejando en su lugar soledad y dolor en el corazón.

jueves, 8 de octubre de 2009

Sinónimos

truhán, caradura, sinvergüenza, granuja, bribón, estafador, ruin, vil, rufián, abellacado, agranujado, albardán, belitre, bergante, camandulero, galopín, indeseable, marrullero, sollastre


pazguato, papanatas, bobo, cándido, ñoño, babieca, memo, pasmado, tontaina, bobalicón, estúpido, idiota, majadero, simple, tonto, patoso, atontado, badulaque, lelo, lerdo, abobado, atolondrado, necio, mentecato, crédulo, pardillo, imbécil, alcornoque, ceporro, cenutrio, zoquete, obtuso, zopenco, cretino, torpe, botarate, bambarria, beocio, zote, mendrugo, mostrenco, tarugo, merluzo, boroque, cazurro, zamacuco, sandío, soso, sosaina, soseras, insulso, anodino, gañan

miércoles, 7 de octubre de 2009

Posiblemente la persona más fea del Mundo según Facebook

Navegando por ahí me encontré con una publicación titulada “Posiblemente la persona más fea del Mundo según Facebook”.

Por medio de un algoritmo se ha determinado quien es la persona más fea de toda su red social, esta es la foto del perfil de esa persona.

Sólo es posible verla teniendo una cuenta en Facebook y con la sesión iniciada. Así que si no la tienes, lamentablemente no podrás verlo. Si no puedes ver la foto, debes iniciar primero sesión con tu cuenta en Facebook y regresar a este post y ver de nuevo.

Si quieren conocerla, basta con que vean la imagen inferior.


facebook horrible

Por el placer de la lectura

sacado de la página oficial de José Luis Sampedro:
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/sampedro/miradas_lectura.htm

Por el placer de la lectura

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus “clientes” éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.
Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.
En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.
Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!